¡El 52 era mío!
Estábamos en la terminal de Buenos Aires saliendo hacia El Bolsón Leo, José y yo (Nico). Teníamos los pasajes 50, 51 y 52. Con el número que yo tenía, el 50, me iba a tocar viajar con alguien desconocido y teniendo en cuenta que el viaje dura 25 horas, no está muy bueno. Por eso, apenas entré al micro me senté rápido al lado de José y el pobre Leo se tuvo que ir a sentar solo y por eso dijo:
- ¡Eh Nico, me cagaste el lugar, que hdp !
Pero yo me hice bien el dolobu y lo intentaba convencer de que se quede ahí:
- Leo, ya fue, ya me senté. Quedate ahí, seguro viene una mina buenísima, pero buenísima en serio, y se sienta al lado tuyo.
Y en ese momento Leo se quedó callado, se puso a pensar y se empezó a ilusionar:
- Es verdad, típico que viene una rubia terrible y viajo al lado de ella y me la chamuyo todo el viaje. Ahí Nico no me vayas a pedir tu lugar, te jodiste por dolobu.
Justo en ese momento una rubiecita muy linda caminaba sola por el pasillo del colectivo en busca de su asiento y se dirigía hacia donde estaba Leo. Ahí José y yo lo miramos a Leo y tenía una sonrisa de oreja a oreja… Pero no, no tuvo esa suerte. A la rubia le tocaba sentarse dos lugares más adelante que él.
Unos minutos después cayó la que tenía el boleto 49 para sentarse a su lado: era una las chicas más feas que vi en mi vida. Apenas la vi me dio mucha gracia la cara indisimulable de desilusión que tenía Leo. No me quería reir para no hacer sentir mal a la chica, peró no aguanté y me empezé a morir de la risa. Entonces Leo me empezó a gritar:
- ¡Eh, Nico garca, el asiento 52 era mío! ¡El 52 era mío! ¡Devolveme el asiento!
Yo no me moví más del lugar. Me hice el que no escuchaba y después me hice el dormido y logré quedarme en donde estaba. En cambio Leo tuvo que pasar todo el viaje con su nueva compañera, con quien no cruzó una palabra en las 25 horas que duró el viaje.
- ¡Eh Nico, me cagaste el lugar, que hdp !
Pero yo me hice bien el dolobu y lo intentaba convencer de que se quede ahí:
- Leo, ya fue, ya me senté. Quedate ahí, seguro viene una mina buenísima, pero buenísima en serio, y se sienta al lado tuyo.
Y en ese momento Leo se quedó callado, se puso a pensar y se empezó a ilusionar:
- Es verdad, típico que viene una rubia terrible y viajo al lado de ella y me la chamuyo todo el viaje. Ahí Nico no me vayas a pedir tu lugar, te jodiste por dolobu.
Justo en ese momento una rubiecita muy linda caminaba sola por el pasillo del colectivo en busca de su asiento y se dirigía hacia donde estaba Leo. Ahí José y yo lo miramos a Leo y tenía una sonrisa de oreja a oreja… Pero no, no tuvo esa suerte. A la rubia le tocaba sentarse dos lugares más adelante que él.
Unos minutos después cayó la que tenía el boleto 49 para sentarse a su lado: era una las chicas más feas que vi en mi vida. Apenas la vi me dio mucha gracia la cara indisimulable de desilusión que tenía Leo. No me quería reir para no hacer sentir mal a la chica, peró no aguanté y me empezé a morir de la risa. Entonces Leo me empezó a gritar:
- ¡Eh, Nico garca, el asiento 52 era mío! ¡El 52 era mío! ¡Devolveme el asiento!
Yo no me moví más del lugar. Me hice el que no escuchaba y después me hice el dormido y logré quedarme en donde estaba. En cambio Leo tuvo que pasar todo el viaje con su nueva compañera, con quien no cruzó una palabra en las 25 horas que duró el viaje.
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