San Petersburgo de noche

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“A través de mis fotografía puedo hablar de manera más intrincada y profunda que a través de las palabras” Richard Avedon
Desde los últimos días de Mayo hasta la primera mitad de Julio, en San Petersburgo ocurre el fenómeno de “Noches blancas” (Béliye Nóchi). Este se debe a que la ciudad se encuentra en una latitud tan elevada que el Sol nunca pasa por el horizonte por lo que, durante el mes y medio que dura este evento natural, la ciudad no tiene real oscuridad nocturna, sino luz tenue del amanecer toda la noche . Y como todo es motivo de fiesta es cualquier ciudad turística, se organizan infinidad de eventos durante esta época, destacándose el ballet y los conciertos de música clásica.

Pero nosotros viajamos en Agosto, asique la noche fue noche oscura como conocemos en latitudes más australes.

Sin embargo, y como pudimos comprobar gracias a un tío, las ciudades de noche ofrecen otra cara imposible de apreciar durante el día. La luz artificial que ilumina edificios, calles y puentes realza la belleza misteriosa de la oscuridad nocturna. El reflejo de la luminiscente y grandiosa urbe de Pedro sobre el Neva y sus canales, estoy segura, dejaría más que satisfecho a su fundador.

Asique, cámara en mano después de la cena, recorrimos la costanera del río principal desde el Troitskyiy most (Puente de Trotsky) hasta el Dvortsovyy most (Puente del Palacio). Por este último puente cruzamos a la Isla Vasilievsky para caminar por la Plaza Birzhevaya frente al Museo Naval (antigua Bolsa) y al Museo Zoológico. Este parque tiene dos columnas rojas (Columnas Rostrales) decoradas con proas de barcos e imágenes simbolizando los cuatro grandes ríos de Rusia: el Neva, Vóltoj, Volga y Dniéper. Las antorchas de sus ápices aún se prenden en el Día de la Marina.

Uniendo islas


Ya les había comentado que San Petersburgo fue edificada sobre islas, haciendo que la construcción de puentes para comunicarlas fuera fundamental. Por ello, es que la ciudad cuenta cerca de 340 puentes, 22 de estos sobre el Neva son levadizos y constituyen una de las atracción más elegidas por los turistas. Solo durante el verano, pueden verse decenas de barcos y lanchas disfrutando la ciudad desde el agua, ya sea por el río principal o por los pequeños canales cruzados por puentes pintados de brillantes colores y decorados con detalles artísticos y estatuas. Durante la noche, el paseo en barco ofrece la oportunidad de ver las “Noches blancas”, la elevación de los puentes uno a uno para dejar pasar los navíos mercantes y la impresionante vista de la ciudad iluminada.

Todo esto también puede apreciarse desde la costanera, y es mucho más económico para el bolsillo de los viajeros… y las fotos no salen movidas.

Los ríos son navegables solo durante la época estival, en invierno todo está congelado por lo que los puentes permanecen en su sitio hasta el próximo verano.

Volviendo al hotel encontramos una banda callejera de rock y nos paramos a escuchar. Nos sorprendió la cantidad de gente que paraba y se sentaba en las sillas de un puesto de comida en frente de la banda o directamente en el piso. Personas de todas las edades marcando el ritmo con el piecito, moviendo la cabeza y, los más osados, chocando las palmas.

Y así finalizaba nuestro primer día en San Peterburgo. Cansados pero con miles de postales guardadas en nuestras retinas (y en la tarjeta de memoria de la cámara!) nos fuimos a dormir. Al día siguiente nos tocaba recorrer millones de años de arte (literalmente) en uno de los museos más importantes de Europa, el Hermitage.

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